El pie izquierdo no me quiere hacer ni caso, le dijo con reproche a Geppetto. Todo mi cuerpo funciona perfectamente y no eres capaz de arreglarme ese pie. Eres un inútil.
El hombre, apesadumbrado y cabizbajo, buscaba afanosamente en una caja algo que le pudiera servir para articular ese tobillo. Tiene que ser algo delgado y flexible, pensó.
Al agacharse se le cayeron las gafas y, de repente, encontró la solución.
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